Nuestro pueblo tiene hermosos tesoros, historias geniales, personajes incomparables, y su nombre unido al pan de Los Pollos. Pueblo y pan, pan e historia. Los mejores pregoneros en un momento en el que necesitamos de esas historias de superación, de trabajo bien hecho.
Penene con 86 años y Consola con 84 recuerdan a su padre Santiago ¡unto con Félix Domínguez en aquel horno del arco del Ayuntamiento, en la casa de Sinfo, empezando un proyecto que ha ido pasando de generación en generación. Santi el Pollo además era sillero y pelaba ovejas, así es que a la tahona también acudía a diario Leandra, su mujer, quien además regentaba la fonda en la calle Larga. La fonda era el espacio de las mujeres. Leandra la Cardiña sacó lo mejor de su madre, tía Cipriana, tabernera, inteligente y valiente, comprometida con la libertad y siempre al filo de la represión. Mujeres crecidas en la pobreza de cuadra que trabajaron cada día con la firmeza de quien se sabe libre. Leandra se jactaba de haber enamorado a Santi el Pollo, pobre de sala y mozo guapo, a pesar de ser ella chiquinina y pobretona. A Leandra la ayudaban en sus tareas mujeres que dieron sus años por Los Pollos, a los que querían como de familia. Eran las Ardores, Francisca y Florencia, Tomasa la Silvana y Juana la Cuca.
Aún en medio de las dificultades, en aquella fonda sobraba aceite para quien no tenía que llevarse a la boca. Y en el horno eran bienvenidos los escoberos para dejar su carga a cambio de pan para sus hijos. Los Pollos estaban hechos de otra masa, la masa de quienes ponen la generosidad por encima de rencores.
Cuando tío Félix dejó la tarea, siguieron Los Pollos. Dámaso, Quico y Penene. Los dos primeros en la travesía Pizarro, que para siempre será la calleja de Los Pollos, y Penene en la calle Parra. Costi, hija de Penene, a sus 54 años, recuerda aquel horno oscuro donde su padre pasaba la mañana, y un patio con madroños, y en la parte de atrás un molino. En épocas de sequía el mulo pardo acarreaba el agua de La Perala.
Mucho trabajo en tiempos de la miseria más absoluta, y por encima de ese panorama, caracteres emprendedores y optimistas. Penene llevaba las cuentas y sumaba capacidades al tesón del Moreno. El valor de Penene, la formalidad del Moreno y la gracia de Quico sacaron adelante aquel proyecto. Consola, desde la memoria gastada por los años, repite la valentía de Penene en los años cincuenta, cuando salió de la fonda para comprar dos casas, una para poner una tienda de ultramarinos en la que Petra vendía el pan que bien temprano traía de la panadería en su carro, y otra en la calle Larga para el bar que hoy es la pasión de Costi.
Durante esos años producían y repartían para el pueblo. Pero llegaron las generaciones nuevas y la panadería debía dar un giro hacia los tiempos que se avecinaban. Vicente llegó de la mili y dejó los estudios para tirar del carro. Antonio el Moreno también hizo sus pinitos en la tahona. Y Santi el Pollo entró de la mano de su padre. En los años ochenta, Javi Penene comienza un nuevo camino vendiendo el pan en Cáceres y aquí el negocio crece.
Santi, Vicente y Javi son los pilares de la actual panadería Los Pollos, en la que como trabajadores sigue la cuarta generación, los bisnietos de Santi el Pollo.
Vicente es la constancia y el orden en las finanzas y Javi el carácter emprendedor. Hoy es Antonio el soporte de su padre y su tío, y tal vez el futuro de la panadería junto a sus otros primos. Otros sobrinos sacan su dinerillo trabajando en verano o son empleados en la limpieza. Y como bien nos recuerdan Vicente y Javi, es a todos los trabajadores en general y a cada uno de ellos en particular, a quienes reconocen su implicación, para que esta empresa siga siendo una gran familia en busca del progreso y el bienestar, con el buen hacer de siempre.
Muchos trabajadores han pasado por la tahona, y muchos han encontrado un puesto de trabajo digno en un espacio que todavía hoy conserva ese espíritu de generosidad que heredaron de la Calle Parra y de la fonda.
"DISFRUTAD DE UNAS FELICES FIESTAS"