Casar de Cáceres una localidad en auge urbanístico, donde se conjugan la nueva arquitectura con la tradicional. La arquitectura tradicional casareña es la propia de las zonas de llanas, y en concreto de la penillanura cacereña, aquella que presenta fachadas encaladas y ventanales de granito por su dependencia del entorno, a nivel constructivo y climatológico.
Los ancestros pobladores de Casar de Cáceres eligieron este lugar por diversas circunstancias que propiciaron un crecimiento del plano en radial, alrededor de la Iglesia, donde las calles se dirigen o salen a las proximidades del templo. Este estilo urbanístico se repite desde el siglo XV hasta bien entrado el siglo XX. Posteriormente, el núcleo crecerá a lo largo de las principales vías de comunicación. Así el casco urbano de Casar de Cáceres corresponde a un hábitat radio-concéntrico alargado en el sentido N-S.
El casco urbano tradicional tiene dos polos de atracción: uno es longitudinal, formado por la Calle Larga (Alta y Baja); y otro es puntual: la iglesia. Ambos polos se unen por la Avenida de la Constitución, y en cuya confluencia, la actual Plaza de España, se ubica el Ayuntamiento.
En el siglo XIX las viviendas constituían un casco de 17 calles “llanas, anchas y rectas” (según Pascual Madoz), y las 5 principales cruzan el casco de S a N (Larga, Cura, El Santo, Sanguino, y Barrionuevo).
La vivienda tradicional presenta una fachada encalada lisa, sólo hay alguna pieza labrada en los dinteles, las jambas, alfeizares y umbrales que son de granito. Las casas son de doble planta. La portada se erige con granito en sus jambas, dintel y umbral (llamado “poyo”). La puerta es de madera de dos hojas con postigo, lo que impedía la salida de los animales. La ventana es otro elemento donde se utiliza el granito en sus jambas, dintel y alfeizar, en algunos casos encontramos ménsulas. Los balcones son un elemento que daba prestigio a las casas, por eso no se encuentra en todas. Éstos, dependiendo de la casa, serán de mayor o menor tamaño. La chimenea consta de celosía o respiradero por donde sale el humo y entra aire, en algunas ocasiones aparece lo que se denomina cumbrera. Otros elementos que podemos observar en la fachadas típicas casareñas son: las argollas, anillas de hierro enganchadas en la pared para atar a las bestias; las “poyatas”, que servían de soporte para las macetas o tiestos. El tejado de la vivienda está formado por tejas, llamadas árabes, alternándolas en su colocación en cóncava / convexa. La cubierta se sostiene sobre maderos. Respecto a los elementos decorativos, existe una austeridad, aunque se utiliza el esgrafiado en el revoco de las fachadas, y ciertos motivos de relieve en los cercos de ventanas y puertas. Quedando las fachadas revocadas y blanqueadas con cal.
En la planta baja es donde habita la familia, y la primera se destina a las trojes (donde se ubican los graneros, salas para curar la matanza, y en algunas ocasiones es donde estaba la cocina) para evitar la humedad y los roedores de la planta baja.Los muros maestros se levantan mediante mampostería bastarda mixta de piedra pequeña y posteriormente enfoscada, predominando el macizo sobre el hueco. La distribución de las viviendas se basa en la conformación de los muros de carga que se disponen paralelos a la fachada, dividiendo las crujías, cuyo número dependerá en función del tipo de vivienda. Los muros de carga son muy gruesos, capaces de soportar los empujes de las bóvedas del techo.
El interior de la vivienda. La primera estancia a la que se accede es el zaguán, la sala de estar. Por esta sala se accedía, directamente, a alguna alcoba y al callejón que llevaba al resto de estancias (más alcobas o salas) y al corral. Desde el zaguán parte una escalera, generalmente de piedra berroqueña, por las que se accede a las trojes. El callejón es de pavimento con canto rodado de poco tamaño. Este pasillo da acceso a otras habitaciones, y al corral. El corral se ubica al fondo de la vivienda, y en él se albergaban: cuadras, establos, zahúrdas, pozo,… Cuando el corral no tenía acceso por ninguna puerta trasera los animales accedían a él por el pasadizo, de ahí que su pavimento fuera de canto rodado.
El pavimento de la planta baja varía según el estatus social, desde revocado a baldosas hidráulicas.
En esta planta baja están presentes las bóvedas de rosca, elemento representativo de la arquitectura popular extremeña en el centro de la región. Estas bóvedas implican la desaparición de tabiques o muros de cortina, y supone la introducción de muros de carga que separan las estancias y soportan el peso de la bóveda. Las bóvedas tienen el ladrillo colocado de canto, y se ejecutan de dos formas: bóveda de rosca, realizada en espiral continua hasta el centro; y bóveda por arista, levantando rincones y entrearcos que cierran el hueco hasta agotarlo en una clave en forma de cruz. Generalmente estas bóvedas eran revocadas y blanqueadas. Su uso se debe a la necesidad de aislar la vivienda frente a rigores climáticos.
La planta dedicada a las trojes tiene el techo de madera, ya no hay bóveda, y el suelo está revocado de cal. Esta planta tiene una sala destinada a la cocina, la cual posee una gran chimenea apoyada en una viga de madera. Junto a la chimenea se ubica la alacena.
Las viviendas son rematadas con chimeneas tronco-piramidal de gran cuerpo y base alargada, generalmente de caño alto, y cubierta de ladrillos con adornos.
Un ejemplo de esta casa tradicional que se puede visitar son las instalaciones del Museo del Queso.
Frente a estas casas austeras están las viviendas de los grandes propietarios de tierras. En ellas se muestra la profunda estratificación social a través del uso de múltiples adornos: portadas, rejas, molduras en sus fachadas, cornisas,… Además de poseer más estancias. En la localidad se pueden apreciar estas casas en las calles: Larga Alta y Baja (en sus proximidades a la Plaza de España), y en la Avenida de la Constitución. Algunas de ellas poseen rejerías con caja saliente.
Otro elemento arquitectónico relevante del urbanismo local son sus cinco pasadizos, sobre los que se levantan diferentes estancias de casas. Estos pasadizos están ubicados en las intersecciones entre calles y travesías:
- Travesía García Lorca con Calle del Santo.
- Travesía Hernán Cortés con Calle Paredes.
- Travesía Portugal con Plaza de España.
- Calle Paredes con Avenida de la Constitución.
- Travesía América con Calle Larga Alta.
El pueblo estuvo rodeado de ejidos, como es habitual en los asentamientos ibéricos, pero en 1950 nada más contaba con dos: el Ejido de Abajo, en la zona E del casco, y el Ejido de Arriba, al S. Estos espacios destinados antaño a los pastos y las eran han servido para la expansión urbanística y arquitectónica moderna del municipio. En estos espacios las viviendas obedecen a conceptos actuales: más abiertas, con sus patios, terrazas, porches,… Pero también han aparecido parques y jardines que permiten el desarrollo de actividades de ocio y entretenimiento. Esta expansión no ha dejado de crear un hábitat alargado, concentrado en la vía de comunicación con Cáceres, la carretera CC-38. La nueva trama viaria es más recta, y ancha, que la de las calles del casco histórico que describe Pascual Madoz en 1847.
Este patrimonio arquitectónico enriquece a la localidad de valores culturales e históricos, que marcan al municipio diferenciándose de otros y, al mismo tiempo, emplazándolo en una comarca de rasgos parecidos.